LEY DEL DESARROLLO GRADUAL

LEY DEL DESARROLLO GRADUAL

20.6.11

El manual de la bondad


Estamos en una realidad desconocida, y hasta la fecha, mientras existimos en este mundo todavía no comprendemos exactamente dónde estamos, por medio de cual programa nos desarrollamos, y hacia qué meta nos movemos. No entendemos nada en nuestra vida, y somos protegidos por el ocultamiento, nos consideramos listos e inteligentes, como si tuviéramos el conocimiento, nuestra propia opinión y libre albedrío. Sin embargo, cuando los golpes y el sufrimiento nos ponen al día, entendemos que no somos capaces de nada, que no entendemos nada, y que no tenemos ninguna oportunidad de comportarnos de manera inteligente. Especialmente ahora, durante los tiempos de crisis, vemos que no tenemos ninguna posibilidad de relacionarnos con la realidad de forma correcta, que enfrentamos problemas y ni siquiera tenemos la más mínima capacidad de comprenderlos. Aunque a veces entendamos algo un milímetro antes en el tiempo, esto no nos permitirá cambiar nuestro estado o comportarnos de manera diferente. Incluso si decidimos que realmente necesitamos cambiar y empezar a comportarnos de forma diferente, no tenemos la fuerza para cambiar nuestra conducta. Entonces ¿Cuál es el uso de estas decisiones, si no podemos cambiarnos a nosotros mismos, influirnos los unos a los otros, y al mundo entero? Incluso cuando vemos que sólo causamos daño y desgracias sobre nosotros mismos, que estamos, de hecho, llevándonos a nosotros mismos a la muerte, aun así somos incapaces de detenernos. ¡Qué insignificancia, qué ignominia! Hubiéramos podido simplemente terminar nuestras vidas dentro de nuestro deseo de disfrutar, el cual nos mata por completo, si no hubiéramos recibido la Torá, los medios para corregir el deseo egoísta de tal manera que a partir del punto más bajo posible, un momento antes de la muerte, pudiéramos empezar a elevarlo hasta el máximo, al nivel del Creador, el más alto, la cualidad opuesta, el deseo de otorgar. Este medio, llamado “Torá” es más importante que cualquier otra cosa. Sin él no hay ninguna posibilidad de alcanzar algo. No podemos desarrollarnos a través del sufrimiento. La influencia del sufrimiento sólo hace que el deseo de disfrutar se desarrolle. Los golpes hacen que busquemos todo tipo de medios para deshacernos de los problemas, y al final nos llevan a la muerte para evitar el sufrimiento. Cuando el deseo siente un sufrimiento insoportable, debido a su oposición absoluta con la Luz, está dispuesto a anularse por completo, a lo que sea menos a sufrir. Si es así, la Torá es el único medio que nos lleva a la vida, a la corrección, y a la existencia. Es por eso que no hay un camino de sufrimiento, ni camino sin Torá. La Torá tiene que ser revelada a la humanidad para que la gente sea capaz de usarla. Y ellos tienen que revelarla en la forma correcta, como la Luz que Reforma. Pero si ellos no utilizan correctamente la Torá, es decir que no la realizan, significa que están siguiendo el camino del sufrimiento. Si se utiliza correctamente, entonces siguen el camino de la Torá, el camino de la Luz. Y si están en el medio entre uno y otro, pasan por “el camino de la tierra”. Por lo tanto, el artículo de Baal HaSulam, “La revelación de la Divinidad (Matan Torá)” es muy importante ya que nos habla acerca de cómo podemos recibir la Torá. Hay una entrega de la Torá desde arriba, y hay una recepción de la Torá desde abajo. Todo el sufrimiento viene a nosotros porque no utilizamos correctamente la Torá, la Luz que Reforma, que nos trae de vuelta a la fuente de la bondad. Todo depende de nuestros esfuerzos por volvernos al bien. Por lo tanto, no carecemos de nada más que de esto. Así que ¡encontremos la manera de recibir la Torá y llegar a la Deidad!

(De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 6/19/11, “Matan Torá (la entrega de la Torá)

El deseo de las mujeres como motor de la creación
¿Qué significa para fortalecer el deseo colectivo de las mujeres? ¿Cómo puedo añadirle a este mi propio deseo?

Respuesta: En la ciencia de la Cabalá, estudiamos que el universo entero está compuesto de dos partes: la Luz y la vasija, el deseo. El deseo es considerado femenino, y su medio de llenado se considera masculino. Es por eso que es más importante fortalecer el deseo de las mujeres. Virtualmente todo se desarrolla a través de él, tanto el superior como el inferior.
Incluso en nuestro mundo, sabemos que si no fuera por las mujeres y sus deseos, el mundo habría dejado de existir hace mucho tiempo. La mujer obliga al hombre, lo obliga a trabajar, a obtener, a construir una casa. Ella se encarga del cuidado del hogar: lo mantiene, da a luz, y nutre.
Por lo tanto, de acuerdo con la naturaleza, el hombre es el proveedor de energía, fuerza, y una mujer es la fuerza que lo crea todo, que trae a los niños, los educa y cuida de ellos. Así que no importa lo que un hombre haga, por definición, e incluso sin ser conscientes de ello, lo hace por causa de las mujeres que despiertan estos deseos en él. El signo menos, la parte femenina, siempre causa la acción del signo más, la parte masculina.
Todo en la naturaleza se organiza de esta manera: animales, plantas, y, por supuesto, nosotros. Tal vez no somos capaces de sentirlo, por nuestras propiedades egoístas, huimos de esto, lo oscurecemos. Sin embargo, en realidad, la parte femenina es siempre el fundamento, el principal determinante de nuestro movimiento hacia adelante. El hombre inconsciente, sin saber esto, se pregunta si obtendrá la aprobación ante los ojos de la mujer como resultado de sus acciones. Es realmente así, esta es la naturaleza.
Por lo tanto, las mujeres deben asumir la responsabilidad de dirigir, fomentar, y reajustar a los hombres correctamente, como una madre con niños pequeños. Según la medida en la que las mujeres asuman esa responsabilidad y ayuden a los hombres, los hombres se comportarán de manera diferente, estudiarán, se comunicarán unos con otros y se invertirán ellos mismos.
Necesitamos romper radicalmente, categóricamente con lo que está pasando en nuestro mundo porque todo está al revés. Necesitamos hacer de las mujeres una parte decisiva, es decir, sentir la necesidad de las mujeres por alcanzar la meta, mientras que la parte de los hombres tiene que ser responsable de llenar esta necesidad, este deseo de llenado.

(45535 – De la Lección 2, Convención en Moscú del 6/10/11)

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