Cuando el hombre recibe alguna señal de algo bueno o malo, algo que tiene que ver con su vida, no importa qué, pero si este gesto le llega junto con un pensamiento sobre el estado espiritual, un acto espiritual, la meta espiritual, algo que tenga la mínima conexión con la espiritualidad, entonces no importa en qué forma lo reciba –bien, mal, puede que se encuentre en casa, en mitad del trabajo, en la calle, no importa qué, algo le llega junto con el pensamiento sobre la meta espiritual, no importa lo que sea-, entonces es una señal de que el Creador, el Superior, el escalón más alto ya realizó el ZIVUG DE HAKAÁ (copulación de impacto), y que el Superior le está bajando Su mitad, Su AJAP, y que ya uno tiene con qué trabajar. Ver Su ejemplo, procesarlo, conectarse a ese modelo, realizarlo. Y si se conecta al Superior y realiza la acción correspondiente a ese despertar, entonces el inferior que impulsa al Superior, gana también.
Por eso, está prohibido para nosotros hacer cuentas sobre la forma en que recibimos toda clase de recordatorios, despertares, impulsos. Lo principal es que recibamos algún pensamiento o deseo en alguna medida, sobre la existencia de la espiritualidad. Eso ya es suficiente. De aquí en adelante, ya el próximo paso está en nuestras manos.
Y está prohibido permanecer así nomás con la idea que se nos dio, sino que eso es sólo el comienzo para el individuo. Con ese despertar el Superior termina Su función. Él le dio un despertar al inferior: le dio el ejemplo, le bajó Su AJAP, le pasó todo lo necesario al inferior. El inferior sólo tiene que abrir ese paquete, analizarlo, ver de qué se trata. ¿Si?
Es como cuando me tocan la puerta: “Te llegó algo, un paquete, una carta, algo”, ¿sí? Así es. Así me llegó algún pensamiento sobre la espiritualidad, y ya. Todo el resto, ya recae sobre mí. Abrir la puerta, ver qué es lo que recibí, por qué, para qué, cómo tengo que trabajar con eso, es bueno para mí o malo, no importa, con tal de que no lo suelte, y que yo siga por mí mismo ahora.
Pero nosotros, por lo general, nos quedamos con esos pensamientos que llegaron, y esperamos, “¿y ahora qué?” Pero ese “ahora qué” no va a traer nada. El “ahora qué” está ya dentro de ese golpeo en mi corazón. Y el problema es que nosotros no abrimos el paquete, y nos quedamos así…
Y así, el sistema nos va dejando, y el despertar desaparece… hasta la próxima vez. Y una y otra vez. Y ya es posible que el despertar no le llegue a la persona para su propio despertar, sino porque el individuo está en compañía de todas maneras, y hay necesidad de despertar al grupo, así que se vuelve a despertarlo de alguna manera, pero… quién sabe cuándo eso sucedería…
Por eso, en cuanto uno recibe cualquier recordatorio, tiene que realizarlo inmediata y plenamente, hasta que extraiga de allí todo lo que debe.
¿Y cómo uno sabe si ya ha sacado todo lo posible de allí? Porque se culmina en un grito de auxilio. Es decir que ya revisó todo, vio el ejemplo, sus fuerzas, sus acuerdos, sus objeciones, sus habilidades y sus inhabilidades, etc, y que todo eso lo llevó a la plegaria.

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