Amplificador espiritual.

El grupo cabalístico se une con un propósito: lograr el amor al prójimo y, a través de este amor, lograr el amor al Creador.

Esto significa, amar la propia cualidad de otorgamiento y amor. Todo el que está de acuerdo con este objetivo, introduce en el grupo su pequeña fuerza, es decir, su punto en el corazón, el cual le es dado desde arriba. Ninguno de nosotros puede pasar a lo espiritual por su propia fuerza, sino sumando las fuerzas de cada uno, es decir, incorporando dicha fuerza en el grupo y anulándose a sí mismo, a su egoísmo.

La incorporación en el grupo y la anulación de su egoísmo, para recibir del grupo la fuerza del otorgamiento, es el primer paso hacia lo espiritual. El trabajo en el grupo es el que hacemos para salir de lo material hacia lo espiritual, a través de la apertura que se lleva a cabo en él. El grupo es un medio. Esto significa que él, por sí mismo, no actúa sobre ti (como ocurre cuando usamos un destornillador o una llave inglesa). Debes usar el grupo para tu trabajo, como se usa una herramienta. El grupo es un modelo de lo espiritual que está delante de ti. Se te dio en forma material pero, tú, con tu actitud hacia él, es decir, al tratarlo como un conjunto de almas y no como una reunión de cuerpos, lo conviertes en un grupo espiritual. Dentro de nuestro grupo, creamos un espacio espiritual. Si cada uno se anula a sí mismo y une su punto en el corazón con los otros puntos, entonces, con este acto, crea una vasija espiritual llamada Kli. Traigo al grupo solamente mi pequeña fuerza pero, recibo de él “620” veces más. Y en el mismo lugar, donde encuentro esta unión y nuestra fuerza común, allí, se revela ante mí lo espiritual, como un escalón más interno. Anulamos nuestra naturaleza material, nuestro egoísmo animal. Todos nuestros “burros” (el burro - “Jamór” procede de la palabra “Jómer” – la materia) se quedan abajo, pero nosotros ascendemos por encima de ellos y nos unimos. Resulta de esto una gran fuerza común, “620” veces más grande que la anterior, la cual, sin duda, permite a cada uno vencer a su principio animal. De este modo, creamos una vasija espiritual que no existía antes del rompimiento de las almas. Dentro de esta vasija, entre nosotros, revelamos la cualidad común del otorgamiento y en ella se revela el Creador. Ascendiendo al primer escalón espiritual, aporto sólo mi fuerza, pero recibo 620 veces más. Ascendiendo al siguiente escalón, de nuevo ofrezco esta fuerza grande al grupo y recibo, otra vez, 620 veces más. Resulta que mi punto inicial aumenta 620 veces más y, de este modo, crece más y más, ascendiendo de escalón en escalón. El grupo se convierte en Maljut, en Shejina. Por eso, el grupo debe estar unido a través de la opinión común; a través del deseo de lograr el otorgamiento; a través de la unión con el Creador. Esto crea “la cabeza” (Rosh) del Partzuf espiritual. Nuestra vasija espiritual común es el mismo mundo espiritual, pero cada uno lo siente a su manera, según su punto principal, radical, de su alma. Porque este punto no desapareció, sólo creció 620×620x620… veces más. De este modo, creamos el mundo espiritual, donde se revela el Creador. No existe ningún otro lugar…

(Extracto de la lección según el artículo “El propósito de la asociación – 2” de Rabash, correspondiente al 20 de abril 2010).