Pregunta: En las clases del Zohar, me siento como si fuera zarandeado por olas tormentosas de un lado a otro, o disfrutando de la lectura o con miedo. ¿Esto es bueno o malo?
Respuesta: Tenemos que comprender que no hay ninguna relación entre lo que estamos leyendo, que sentimos y lo que en realidad sucede en nosotros. Te sientas cerca de un libro y pulsas algunos botones, los cuales no entiendes.
Es como un niño pequeño que saca del bolsillo del padre un móvil y juega con los botones, y mientras juega por casualidad, llama a alguien o manda un mensaje. Igualmente nosotros leemos El Zohar, pulsando algunos “botones” y no entendiendo qué fuerzas despertamos con ello. Por eso, cuando en respuesta a ello recibimos alguna reacción, ésta no tiene ninguna conexión con lo que estábamos haciendo.
Puedo pensar con el amor sobre mis amigos, de todo el mundo y del Creador, y después de repente recibo un golpe y que no entiendo: “¡¿Por qué?! ¡¿Qué he hecho?!” También puede ocurrir al revés, que estoy enfadado con el Creador, con mis amigos, y conmigo mismo, y odio a todo el mundo, pero de repente se me descubre algo bueno, que no merezco en absoluto.
No entendemos este juego, todavía no dialogamos con el Creador. Nuestra conversación por ahora no nos sale bien… Él habla con nosotros como tú con el bebé que no entiende que le estás diciendo. Tú sabes todo de él, pero él no sabe nada de ti.
Respecto a la espiritualidad, nos encontramos por ahora en el nivel del bebé. Por eso, no hay que hacer ninguna conclusión de las sensaciones que nos llegan. En general no hay ninguna relación entre ellas. Me puede parecer que todo está mal y que tengo continuos problemas y una total confusión, pero en realidad todo está en orden.
Únicamente tienes que saber que pase lo que pase, hay que seguir estudiando hasta que llegue la salvación… No se debe sufrir de lo que ocurre en el camino. Está escrito: “¡Haz todo lo que quieras, pero no abandones!”
Aquí se necesita la terquedad, la lealtad en el camino espiritual, la medida de la paciencia, como escribe Baal HaSulam en “El prólogo al TES”, que solamente aquellos héroes, que poseían una verdadera paciencia, subieron al monte y entraron al palacio del rey.
Sólo hace falta dar al Zohar la posibilidad de actuar sobre nosotros con la luz circundante…
(Extracto de la lección nocturna sobre El Libro del Zóhar correspondiente al 4 de febrero 2010)
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