La garantía consiste en que yo firmo (me comprometo) a que mi parte en los demás siempre esté llena. Parece simple pero, para que esto ocurra, tengo que unirme espiritualmente a cada uno y sentir su deseo. Tengo que aclarar dónde está mi parte, dentro de su deseo, porque estamos conectados a través de nuestras almas. Él tiene que recibir algo a través de mi alma, como en un cuerpo común.
¿Dónde está en él este espacio vacío que tengo que llenar, según el sistema que existe en el mundo del Infinito?
Tengo que ocuparme de esto y, así con cada uno de nosotros. No existe alma que no tenga una parte mía en ella, por tanto, debo llenarla. Nadie puede llenarla aparte de mí. Es un espacio especial, un diapasón único del que sólo yo puedo ocuparme. ¡Yo os garantizo que quiero y voy a hacerlo; por tanto:¡ permitidme llenarla! ¡No necesito nada más, igual que le ocurre a la madre que se ocupa de su bebé! Ella quiere sólo una cosa: tener la posibilidad de cuidarle. ¡Prueben a decirle a una madre que debe entregar a su bebé a extraños! Incluso si es una reina, va a disfrutar dándole de comer a su niño, aunque tenga multitud de sirvientes que puedan hacerlo por ella. Ella disfruta con esto. Igualmente, nosotros debemos tomar el acto de “otorgar al otro” como un placer. Gracias a nuestra inclusión mutua, dentro de cada alma existe una parte que tengo que llenar.
Mi alma incluye 7 mil millones de partes y fuera de ella hay otras 7 mil millones de almas en las cuales tengo que llenar mi parte (y así cada uno de nosotros).
La raíz los deseos ajenos
A través de mi punto en el corazón estoy llenando partes mías en el resto de las almas. Cada una de ellas tiene su parte en mí. Esto se llama “la penetración mutua de las almas”. En cada uno existe la raíz de su alma, con la cual actúa. ¡Todos los deseos que hay en mí, excepto la raíz, son ajenos! Se encuentran en mí porque incluyo a todos los demás. Al principio soy sólo un punto. ¡Necesito que todos los demás llenen todos estos deseos; entonces viviré! Yo mismo debo utilizar estos deseos para entender al otro y corregir en él la carencia que sólo yo puedo llenar. A través de estos deseos ajenos, incluidos en mí, puedo entender tu carencia y llenarla desde mi punto en el corazón. Y tú me comprendes a través de mi deseo incluido en ti y llenas en mí tu sitio desde tu punto en el corazón. Esto se llama la garantía mutua. ¡No tenemos ninguna otra posibilidad de recibir el llenado! Es el único método.
(Extracto de la lección sobre el artículo La garantía de Baal HaSulam, correspondiente al 18 de mayo 2010).
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