LEY DEL DESARROLLO GRADUAL

LEY DEL DESARROLLO GRADUAL

18.5.10

“Lo que no hace la mente, lo hará el tiempo”

Si la persona no puede pensar (con la cabeza) sobre la meta (con el corazón) durante el estudio, que escuche su corazón.
Lo importante es siempre mantener el pensamiento de que es lo que deseas del estudio. Sin esto, la Torá no funciona.
La Torá actúa según la intención del hombre, como se ha dicho: “He creado la inclinación al mal y di la Torá como especie para ella”.
¿Tienes la inclinación al mal? Tráela y entonces recibirás la Torá, como la especie para ella (el medio para su corrección).
Si no tienes la inclinación al mal, ¿en qué te puede ayudar la Torá? Los cabalistas nos dan unos ejemplos muy simples.
¿Tienes la sopa? ¿Quieres añadirle la pimienta, la sal y otras especias? ¡Por favor! Si no tienes la sopa, ¿en que te pueden ayudar la sal y la pimienta? Por sí solos son horribles.
En nuestro caso, tenemos que primero preparar “la sopa”. Sin ella no hay sentido de exigir las especias. ¡Ni siquiera podemos exigirlas!
En el proceso de la preparación de la sopa (del grupo), aparece la necesidad de las especias para que la Luz nos una. La Torá es necesaria sólo para aquellos que han descubierto su inclinación al mal.
Por eso, tenemos que llegar a nuestra lectura del libro del Zóhar y a todos nuestros estudios sobre todo con la correcta intencion, sabiendo que es lo que deseamos, o sea, preparando nuestra naturaleza maligna.
Tienes algo que corregir, tienes el mal dentro de ti: recibirás su corrección. Si no has descubierto tu mal, antes que todo tienes que buscarlo.
Si te sientes un justo, la Torá no es para ti. Ella es para los pecadores, para corregirlos.
Por eso el más grande descubre en si un egoísmo más grande, un mal más grande y tiene algo para corregir.
Por eso, no es importante cuánto entiende la persona durante el estudio. “La Torá no la estudian los inteligentes”. Lo importante es que sienta que tiene algo que corregir en su relación con los amigos.
Porque tenemos que unirnos en un solo deseo, el alma de Adam. Tenemos que convertirnos en hermanos.
No importa que ahora nos odiemos, no nos queramos y nos ignoremos entre nosotros, pero comprendemos que la meta es la unión.
Por eso, esperamos que llegue la Luz y que nos devuelva a la fuente. Así nos convertiremos en un solo deseo y entre nosotros se revelará el Creador.

(Extracto de la lección sobre el libro del Zóhar, correspondiente al 17 de mayo 2010).

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