LEY DEL DESARROLLO GRADUAL

LEY DEL DESARROLLO GRADUAL

24.2.12

Volviendo a la verdad

El Creador es la fuerza, es Uno, único, y unificado. Como se nos dice: “No existe nadie más que Él”, “Yo no he cambiado mi HaVaYaH“, o “la Luz está en absoluto reposo”. Todo esto se trata de una esencia.
Toda nuestra realidad puede existir sólo si nos separamos del Uno y existimos por fuera de Él. Pero en realidad no existe nada aparte del Uno. La pregunta que surge siempre: “Si no existe otro aparte de Él, entonces ¿quiénes somos nosotros?” Pero en realidad nosotros no existimos. Toda nuestra realidad está en nuestra imaginación hasta que volvamos al Uno: un deseo y una Luz, como se nos dice, “Él y Su nombre son uno”.
Entonces todo, excepto ese Uno, desaparece. Todo el proceso que nos parece que atravesamos hacia afuera de ese Uno, existe sólo en nuestra imaginación corrupta, alejada de la verdadera realidad, en ocultamiento, en una percepción distorsionada. Esto es lo que tenemos que corregir: Desde nuestra visión engañosa en la que hay dos, nosotros debemos cambiar a la verdad en la que sólo hay Uno.
Este Uno es la única cosa que existe y rige. Debemos entender que el mundo que vemos en la que hay muchas criaturas diferentes es como un sueño, como una ilusión óptica. Es como si nosotros no pudiéramos enfocar nuestra visión y encontrar el pensamiento o sentimiento correcto. Nosotros estamos como perdidos en la niebla, confundidos, y por lo tanto sentimos el mundo de esta manera.
Entonces, ¿cómo podemos retornar a la verdad de la que se habla en la sabiduría de la Cabalá, llamada “la sabiduría de la verdad”, es decir al método que nos conduce a la verdad? ¿Cómo podemos volver a la verdadera conciencia, plena y correcta? ¿Cuál es la razón por la cual hay tantos de nosotros y por qué todos estamos en este estado falso, confuso y luego regresamos a la verdad, al Uno?
Los cabalistas escriben que para alcanzar ese Uno, tenemos que ir de la imperfección a la perfección. Debido a esto, el Uno se revela y aparece una unidad diferente.
Ahora es imposible reconocer la meta final y qué tan alta es. Pero nosotros tratamos de imaginar de alguna manera la diferencia entre el deseo y el pensamiento privado de todos, y el deseo y el pensamiento que se conectan y se adhieren al concepto de “Uno”.
La unidad que alcanzamos gracias a nuestra conexión, no es una simple combinación de las fuerzas de muchas personas que se unen. Es una fuerza que crece no sólo en cantidad y ni siquiera sólo en la calidad. La ley de equivalencia de forma está aquí, en efecto. Si nos conectamos, porque queremos alcanzar el otorgamiento, elevarnos por encima de nuestra presente naturaleza, entonces, de acuerdo a la ley de equivalencia de forma, llegamos al concepto de “Uno”, que se asemeja al Creador.
Si nos conectamos simplemente, nos volvemos un grupo ordinario, como un grupo de aficionados al fútbol o como soldados en el ejército que recibe la suma general de las fuerzas de todos sus miembros. Pero aquí no se trata sólo de la suma de fuerzas individuales. Después de todo, no todos vienen aquí con su fuerza, ego, mente y deseo para conectar todos los atributos, deseos, fuerzas e inteligencia.
Más bien, todos se elevan por encima de su mente y sentimiento, y así conectan sus deseos con el fin de estar por encima de la razón, por encima de sí mismos. Entonces, ellos se incorporan en el concepto de “Uno” llamado “el Creador” y adquieren una mente y un sentimiento. Esta mente y deseo comienzan a gobernar sobre ellos.
Por lo tanto, todos los sabios y cabalistas tienen un deseo y un pensamiento, aunque parece que expresaran diferentes opiniones e incluso diferentes argumentos (como la Casa de Hillel y la Casa de Shamai). Pero ellos debaten sólo para aclarar mejor el concepto de “Uno”, para ver cómo lo siente cada individuo desde su punto de vista, después él se eleva por encima de este y descubre el Uno.
(70394 – De la 1º parte de la lección diaria de Cabalá del 20 de Febrero del 2012, escritos del Baal HaSulam)

Minimizando el ego

Rabash, Shlavei HaSulam (peldaños de la escalera), “El propósito de la Sociedad 2″: Para estar integrado una persona en la otra, cada una debe anularse a sí misma ante los demás. Esto se hace cuando cada uno ve los méritos del amigo y no sus defectos. Pero aquel que piensa que es un poco más alto que los amigos ya no pueden unirse con ellos.
Para que seamos integrados unos dentro de otros, yo tengo que “anularme” a mí mismo, bajar mi cabeza (la flecha negra), en vez de considerarme igual al otro. ¿Por qué? Después de todo, nosotros nos unimos y por lo tanto tenemos que ser iguales (la flecha verde).
La verdad del asunto es que yo siempre juego con mi egoísmo, el cual quiere “ponerme en un pedestal” (la flecha roja) todo el tiempo. Si yo me resisto al ego y lo “minimizo”, Tengo una oportunidad de llegar a la interconexión.
Pregunta: Aquí se necesita un trabajo muy fino: Por un lado, quiero dar lo máximo al grupo, pero por el otro, tengo que anularme. Lo uno parece contradecir lo otro.
Respuesta: Esto se debe a que nosotros trabajamos confrontando nuestro egoísmo. Si mi actitud hacia los amigos fue neutral, yo no tendría problemas. Sin embargo, yo estoy “en el menos (-)” desde el principio, y tengo que cubrirlo.
El resorte de mi egoísmo siempre me jala hacia arriba, a la importancia propia (a). Y así, para evitar esto, tengo que aplicar una fuerza opuesta (b). Entonces, de estas dos fuerzas se formará la tercera (c). Así llegamos a la fórmula de la interconexión: a-b = c. Yo no tengo otra opción.
Pregunta: ¿Se aplica esto también a la convención de la Aravá?
Respuesta: Tú tienes que disminuir tu ego ante el grupo todo el tiempo y ascender constantemente, despertando al grupo hacia la meta. Para elevar al grupo, es necesario que “vengas de arriba”, mientras que tu trabajo individual exige anulación propia.
(70264 – De la 4º parte de la lección diaria de Cabalá del 19 de Febrero del 2012, “Consejos para la Convención de la Aravá”)

Vuélvete hacia los amigos con una sonrisa

Rabash, Shlavei HaSulam (peldaños de la escalera), “Ellos ayudaron cada uno a su amigo”: Más bien, es una persona la que puede ayudar a otra al ver que el amigo de uno es bajo. Está escrito: “Uno mismo no se libra de la prisión”. Más bien, es el amigo de uno quien puede elevar su espíritu.
Esto significa que el amigo de uno lo eleva de su estado a un estado de vitalidad. Entonces, uno comienza de nuevo a adquirir fuerza y ​​ confianza de la vida y la riqueza, y empieza como si su meta estuviera ahora cerca de él.
Rabash, Carta 34: El camino es como uno que va con la ocasión de su amigo. Él no piensa en sí mismo, ya sea que esté o no en un buen estado de ánimo, sino que debe tomar parte en la alegría de su amigo. Él no debe fruncir el ceño, sino mostrar una cara feliz.
Uno tiene que ver que los amigos ya sienten la unidad. Y si él construye un círculo, si busca la conexión con el grupo, si quiere estar en él, entonces adquiere alegría y fuerzas, tanto negativas como positivas. Todo llega a él con la fuerza necesaria y en la cantidad correcta para que él revele al Creador en la interconexión con los amigos.
La unificación con los amigos es una condición necesaria para recibir ayuda. Pero es incorrecto pensar que los amigos tienen que venir a mí. En primer lugar (a) me dirijo a ellos, y luego recibo la fuerza de ellos (b):
a – inclusión en el grupo;
b – recibo fuerza.
(70256 – De la 4º parte de la lección diaria de Cábala del 19 de Febrero del 2012, “Consejos para la Convención de la Aravá”)

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